Incursioné en aguas abiertas hace diez años, es decir, después de los cuarenta.
Podría decir que fue mi inicio oficial en la natación. Sabía nadar, no recuerdo cuándo aprendí, pero siempre tuve una atracción especial por el agua. Sin embargo, nadar con propósito, tomar clases, aprender técnica, velocidad, control… eso fue nuevo.
En ese entonces combinaba el running con mi papel de mamá de una triatleta de 12 años. Y un día, mientras la veía entrenar, decidí que yo también quería estar ahí: no solo observando, sino metiéndome al agua. Me sumé a sus clases en alberca y mar.
Así llegó el primer reto: Bacalar. Esa laguna profunda, fría por zonas y de mil colores me recibió con un nado de 1.5 km que, para mí, fue uno de mis logros más grandes.
El mar no me da miedo. Lo abrazo. Lo respeto. Y lo disfruto.
Terminé a la mitad de la tabla de posiciones, nada mal para mí. Después de eso, lo dejé por varios años. La vida, el trabajo, las pausas que a veces llegan sin planear.
Hace tres meses, a mis 52, decidí volver.
Y sí, me encontré lenta. La técnica, más o menos en su lugar; la capacidad pulmonar, muy buena. Pero soy la tortuga del grupo. Siempre llego al final.
A veces me frustra.
Pero entonces me recuerdo lo que quizás tú también necesitas escuchar:
En México, solo el 8% de la población sabe nadar. ¡Sí, menos del 10%!
En un país rodeado por dos océanos, con miles de kilómetros de litoral, además de lagos, ríos y cenotes, apenas el 8% de la población mexicana sabe nadar. La cifra sorprende. Pero sobre todo, preocupa.
Cada año se reportan muertes por ahogamiento en todo el país. Y mientras los deportes acuáticos ganan popularidad, la mayoría de las personas sigue sin contar con una habilidad que podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Nadar es una habilidad de vida que casi nadie tiene y no es solo una actividad recreativa. Es seguridad. Es salud. Es bienestar.
Aprender a nadar significa tener control sobre tu cuerpo, manejar tus emociones, fortalecer tu respiración y conectar con el agua de forma consciente, para mi es meditar en movimiento mientras saco siempre alguna alegoría relacionada con la vida misma.
México está muy por debajo del promedio mundial. De acuerdo con cifras internacionales, el 44% de la población mundial sabe nadar. En países como Suecia o Australia, la natación forma parte de la educación básica. Aquí, sigue siendo un privilegio.
También hay brecha de género… en el agua
En el mundo, del porcentaje que dice saber nadar, el 57% lo conforman hombres y solo el 32% son mujeres. En México, la desigualdad en el acceso a espacios, tiempo y recursos para hacer ejercicio también se refleja en el agua.
A pesar de no contar con cifras oficiales detalladas sobre natación en aguas abiertas en nuestro país, su crecimiento es evidente.
Basta ver eventos como el Maratón Acuático de Acapulco, las travesías en Bacalar, Cancún, Cozumel o La Paz.
En Kóra 180 creemos en el movimiento como forma de vida. Por eso compartimos estas historias. Porque lo importante no es el lugar en el que llegamos, sino atreverse a empezar, a regresar, a seguir, a sacrificar esas desveladas y a madrugar para ganarle al sol.
Y aunque queremos presentarte diversas disciplinas para que te animes a ponerte en movimiento con la opción que más se acomode a tus gustos, la realidad es que en nuestro corazón, el running y la natación tienen un lugar especial.
Hoy más que nunca, nadar es también un acto de inclusión, bienestar emocional y conexión con uno mismo.
¿Y tú, sabes nadar? Tal vez sea momento de intentarlo.
Alicia Martínez, Junio 2025

